domingo, 14 de febrero de 2010

Speakeasy

Yo creo que hace unos 15 años, más o menos, el Sr. Lobezno -también conocido como Sr. Fideuá, marido de Mme. Taboulé- me habló de un restaurante en una rebotica, que para acceder debías saber donde estaba la puerta, que estaba disimulada, y dar una clave al portero para entrar. Ese mismo año intenté celebrar la cena de Navidad en Speakeasy.

Supongo que no debió haber consenso, y por eso acabaríamos en cualquier restaurante del centro, o a lo mejor fue el glorioso año del pato, cena de Navidad que permitía seleccionar entre cuatro primeros y cuatro segundos donde se podía elegir entre un confit o un pato con peras, o mejor un magret planchado o no recuerdo que otros platos pero estaba presente en todas las alternativas, y eso a todos nos pareció divertido, a pesar de no gustarnos el pato.

Supongo que hace años que Speakeasy dejó de imitar a esos locales clandestinos de Chicago en la época de la ley seca, en los que se servía a los "conaisseurs" destilados en tazas de té en medio de una gran algarabía, y donde la policía hacía redadas en las que caía el alcalde, o el comisario.

Encontrarse con Carme Ruscadella tomando una copa a la entrada debería ser antesala de una gran experiencia gastronómica. Tantos buenos recuerdos con Martinis degustados en la cocktailería deberían ser el prefacio de una comida de lujo. Un local tan mítico y selecto, donde se puede degustar varios Pingus, Vega Sicilia, l'Ermita y otros vinos que superan los 1.000 € la botella, casi debería indudablemente servir de advertencia a los sentidos que estamos en un templo gastronómico. Pues va a ser que no.

La silla me irritaba, al intentar tirarme por debajo de la mesa. JAC me comentaba que mientras quepa en las sillas del puente aéreo de Iberia, que no me preocupe. El primero, una ensalada de bonito con tomate confitado, fue decepcionante, el corte de la ventresca de atún, casi la agalla, durísimo y sin cocción ninguna. El tomate deplorable de sabor. Un fracaso. El segundo bajamos aún más el nivel, patatas fritas con huevos de Calaf estrellados con Tuber Melanosporum. El nombre será muy largo pero el plato no puede ser más sencillo, y si bien era más comestible que el anterior, las patatas estaban duras, mal fritas ¿Postre? No, gracias, un café.

Una reunión de trabajo, sin más, en la que me ha quedado claro que si vuelvo por el Dry Martini, será para tomar una copa, nunca para comer.

Speakeasy, Aribau 162-166 en la esquina con Córcega, muy cerca de la Diagonal y de la delegación barcelonesa de Bodegas Torres. Teléfono: 932175080. http://www.drymartinibcn.com

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