
Quedamos a comer en un chino y eso para mi no es un buen comienzo. Los chinos de Barcelona, con honrosas excepciones, incluidas las tiendas de todo a 100, son un paraíso del plástico dorado con purpurina y rojo pasión. Unos platos que dejan poco lugar a los maniáticos como yo.
Recuerdo una vez, a la salida de Fira de Barcelona, haber ido a un chino por la zona de la Avenida Mistral, dudaba entre el pollo con almendras o el cerdo con setas y bambú. Le pregunté a la camarera que parte del cerdo servían, no sé si usan lomo, solomillo o los pies del animal. Meeeeeec, error. Yo era muy joven entonces, y muy bobo. Ahora jamás se me ocurriría hacer esa pregunta por varias razones. La primera, la camarera es china, no entiende una palabra de lo que pregunto, pero se afana en responderme "celdo picadito" y algo así como "calne de lata" y me imagino yo al marrano, gruñendo, mientras quince chinos lo meten de cabeza en una picadora, que luego lo envasa en latas. Bueno, tráigame el pollo, porque las setas y el bambú suelto, ¿No es posible? Mejor me trae solo las almendras.
A ver, que yo no como Kosher, ni Khal-al, pero un mínimo de normas de higiene, dime tiquismiquis, tengo. Y de un chino, no me gusta ni la decoración de la puerta, ni los nombres, tipo "gran muralla" o "templo dorado de la cigüeña parda un día de primavera que amaneció nublado".
Otro misterio es el chino del P. Pi i Margall, he entrado un par de veces, sin público. El antiguo chino de la calle Font Honrada, en Poble Sec, en los 20 años de funcionamiento (y que entré varias veces a por tabaco, siempre estaba abierto) jamás vi un cliente comiendo, es más, los camareros respingaban cuando entraba y respiraban aliviados cuando les pedía tabaco, anda que les llego a pedir un cerdo agridulce y el susto que se llevan -¿Pelo has matado tu al gualo?-. Y me pregunto, cómo pueden funcionar esos negocios. La pregunta es retórica.
Por eso Out of China fue una sorpresa agradable. No tiene dragones a la entrada, ni pagodas de cartón piedra. Tampoco esos dibujos de garzas volando o reposando en un lago con nenúfares (el chino que tenga el copyright de esa estética debe ser más rico que Bill Gates).
Out of China es un local moderno, de estética minimalista, con un menú chino, nadie es perfecto, pero dentro de mis normas ético gastronómicas. El precio es un poquito más alto que otros chinos. La cerveza es china. El sistema de hacer el pedido, curioso, solo apto para iniciados, una ficha tipo test que rellenas en la mesa. Siempre queda la emoción de saber que traerán. Si traen algo, claro, poco servicio para un local enorme y bastante abarrotado. Pero así charlas con las camareras o juegas con ellas al Pictionnary, o al veo-veo ¡Que estoy aquí! Y todo por el mismo precio, un chollo. Pero es un chino, y es distinto, a Jaume le gusta. Merece la pena visitarlo, al menos una vez. A mi me gusta más la paella de verduras que el arroz tres delicias.
Después de haber negado a Jaume 3 veces, como San Pedro a Cristo, fui a comer con él para confirmarle que, efectivamente, seríamos compañeros de trabajo nuevamente.
Tengo que recuperar una crónica de La Vanguardia que hablaba de los primeros restaurantes chinos de Barcelona, y la primera familia de restauradores de esa nacionalidad que se afincaron entre nosotros. Lo leí, pero no me quedé con los nombres, creo que RosiHu, en la calle Rocafort, aunque cambiado de dueños, sería de los primeros, eso me parece recordar pero puedo estar totalmente equivocado.
Out of China, rompe algunos tabúes de los restaurantes chinos y los acerca a mi pequeño occidente de normalidad, está ubicado en la calle Muntaner, 100, a la altura de Valéncia. Teléfono 934515555. Otro día hablaremos de otro curioso fenómeno de nuestro tiempo, ¿Qué es gallego por fuera y chino por dentro?
1 comentario:
Jajajaja
Últimamente los bares de la ciudad son extraños...
Yo todavía no me he acostumbrado a que un chino me haga el café...
Saludos
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