domingo, 7 de marzo de 2010

Gran Bodega Sepúlveda

Estoy en la parada del autobús, tantas veces cambiada de sitio, está última vez por las obras de remodelación del Mercat de Sant Antoni, he llegado tarde para poder comprar una paletilla en una charcutería de la Ronda, frente al teatro Goya, espero el autobús para volver a casa.

Aunque intento dejar de fumar, sigo siendo una víctima del vicio, un esclavo del destino y está escrito mi final... Estas últimas frases son el estribillo de una canción de la Radio Macandé. Voy a encender un cigarrillo mientras espero el bus, pero no tengo fuego. Justo detrás de mi está la Gran Bodega Sepúlveda, entro a pedir fuego, no tienen, o eso dicen.

Hace una semanas, al salir de la Cátedra fuimos a cenar a la Bodega Sepúlveda, tras el desconcierto inicial por el cambio imprevisto de las fechas de viaje a Roma, en lugar de salir en 24 horas, como pensábamos, salíamos en poco mas de 8.

En el comedor para fumadores, muy pequeño, y en el gallinero, hay una mesa ocupada por una argentino de unos 50 años, que comparte su cena con un barcelonés, en otra mesa un grupo de 6 yupies de unos 30 años discuten sobre la oportunidad de celebrar una regata como actividad promocional para clientes. No sé si los clientes necesitan una regata, pero ellos necesitan navegar mucho, para ver si les vence el aburrimiento y de esa forma se relajan un poquito. Están exaltados con el camarero. En la cuarta mesa lo que podría ser una reunión de amigos, tal vez de negocios.

El camarero es atípico, por decirlo finamente, está claramente desbordado por la afluencia de personas en las mesas, y que uno pida la cuenta, otro más pan y otro una botella de vino blanco lo tienen atorado. Pero a él le encanta charlar y enrollarse con la clientela. Que si tiene acento inglés de Cambrils, que no de Cambridge... Y otros chistes malos que despiertan mi curiosidad, básicamente. Recuerdo como advertía del precio de un plato de pulpitos, a unos comensales, casi como diciendo "no lo podéis pagar", y es que son de playa, no de la "Sirena". Se agradece la aclaración, son pulpitos de mar, no de campo.

La cocina, aunque no la hemos probado a fondo ya que nos hemos centrado en las tapas, he deducido que está basada en un producto fresco y de calidad, un bacalao impecable, varios tipos de jamón por denominación de origen me recuerda al "Come" de Monells. Guijuelo, Dehesa, Sierra de Aracena... todo estupendo, incluso los chorizos picantes al vino, que ciertamente estaban picantes.

Al ser un lugar de tapas, se puede comer por poco... o por mucho, todo depende de lo fino que esté el apetito, pero en principio se podría cenar por veintipocos euros, en un marco de sabor añejo y reposado y con una calidad buena.

En pocas horas estaré cenando en un lugar similar, pero en el Trastévere romano.

Gran Bodega Sepúlveda, Calle Sepúlveda, 173, http://www.bodegasepulveda.net 933235944