domingo, 26 de abril de 2009

El mirador de La Venta

Ya puestos, podría haber dedicado el post al célebre La Venta, pero desde hace unos años que descubrí el Mirador, cenar en La Venta se me antoja una catacumba. Y no porque se cene mal, sino por que sabes que arriba se está mejor. La verdad es que la zona de la plaza del Dr. Andreu en la que viví tantos momentos agradables en mi primera juventud, ahora está un poco olvidada, ya no subo tanto. Habíamos cenado en La Venta un grupo de amigos, yo bajaba del brazo de Gloria, mujer hermosa, bien podría haberse dedicado a modelo. Facciones marcadas de aire oriental, melena rubia de leona y con más costas que un archipiélago ¿Dónde nos tomamos la copa? En el antiguo Partycular, que viejos somos, se llamó la bolsa y ahora se llama Danzatoria, creo. La última vez que entré casi me da un vahído al bajar unas escaleras y aparecer en una sala llena de humo, a oscuras y con los flashes estroboscópicos a toda mecha. De parada pasamos por el coche de uno del grupo. Lleva cava fresco y brownies de chocolate. Así que nos entregamos a nuestro botellón improvisado. Yo observo, la gente que hace cola en el Danzatoria debe tener la mitad de años que yo. Deben pesar la mitad, y llevan la mitad de ropa. Ellas, tirachinas, ellos luciendo la marca de sus calzoncillos. No me veo en esa cola. Una retirada a tiempo es un victoria. Mirablau, mucho mejor... Especialmente una vez que conseguimos atravesar la pista que temblaba por el terremoto de sus bafles y encontramos refugio en la terracita. Por fin, cómodos y con un destornillador en la mano, wodka con naranjada. Lo mejor del Mirador de la Venta son sus vistas, que también podemos encontrar en la terraza del Mirablau, o en el Marbeyé, pero aquí se cena de fábula. En julio, cuando la ciudad se cuece al vapor, subir a cenar hasta aquí supone tener unos grados menos de temperatura, estar agradable sin necesidad de aires acondicionados, con Barcelona tendida a los pies. Inconvenientes, varios, empezaremos por el precio, no menos de 70 euros. Seguiremos por aparcar el coche. Yo no me conduzco, pero los camareros van preguntando. Un Audi 4 de color negro, ¿Es suyo? y eso quiere decir que la guardia urbana está al acecho. Lo mejor es poder tomar la copa enfrente, sin mover coche. Cómo todo, tiene puntos a favor y puntos en contra. Lo peor, que tengas mesa en un mirador, pagues por mirador, y te sienten de espaldas o con mal ángulo a la vista... Te dan de cenar bien, cocina mediterránea, pero con este precio tampoco es muy meritorio. Llamaría más la atención lo contrario. El Mirador de la Venta está en la Plaza del Doctor Andreu, justo encima de La Venta, con la que comparte entrada. Teléfono 932126455.

martes, 21 de abril de 2009

Out of china

Quedamos a comer en un chino y eso para mi no es un buen comienzo. Los chinos de Barcelona, con honrosas excepciones, incluidas las tiendas de todo a 100, son un paraíso del plástico dorado con purpurina y rojo pasión. Unos platos que dejan poco lugar a los maniáticos como yo. Recuerdo una vez, a la salida de Fira de Barcelona, haber ido a un chino por la zona de la Avenida Mistral, dudaba entre el pollo con almendras o el cerdo con setas y bambú. Le pregunté a la camarera que parte del cerdo servían, no sé si usan lomo, solomillo o los pies del animal. Meeeeeec, error. Yo era muy joven entonces, y muy bobo. Ahora jamás se me ocurriría hacer esa pregunta por varias razones. La primera, la camarera es china, no entiende una palabra de lo que pregunto, pero se afana en responderme "celdo picadito" y algo así como "calne de lata" y me imagino yo al marrano, gruñendo, mientras quince chinos lo meten de cabeza en una picadora, que luego lo envasa en latas. Bueno, tráigame el pollo, porque las setas y el bambú suelto, ¿No es posible? Mejor me trae solo las almendras. A ver, que yo no como Kosher, ni Khal-al, pero un mínimo de normas de higiene, dime tiquismiquis, tengo. Y de un chino, no me gusta ni la decoración de la puerta, ni los nombres, tipo "gran muralla" o "templo dorado de la cigüeña parda un día de primavera que amaneció nublado". Otro misterio es el chino del P. Pi i Margall, he entrado un par de veces, sin público. El antiguo chino de la calle Font Honrada, en Poble Sec, en los 20 años de funcionamiento (y que entré varias veces a por tabaco, siempre estaba abierto) jamás vi un cliente comiendo, es más, los camareros respingaban cuando entraba y respiraban aliviados cuando les pedía tabaco, anda que les llego a pedir un cerdo agridulce y el susto que se llevan -¿Pelo has matado tu al gualo?-. Y me pregunto, cómo pueden funcionar esos negocios. La pregunta es retórica. Por eso Out of China fue una sorpresa agradable. No tiene dragones a la entrada, ni pagodas de cartón piedra. Tampoco esos dibujos de garzas volando o reposando en un lago con nenúfares (el chino que tenga el copyright de esa estética debe ser más rico que Bill Gates). Out of China es un local moderno, de estética minimalista, con un menú chino, nadie es perfecto, pero dentro de mis normas ético gastronómicas. El precio es un poquito más alto que otros chinos. La cerveza es china. El sistema de hacer el pedido, curioso, solo apto para iniciados, una ficha tipo test que rellenas en la mesa. Siempre queda la emoción de saber que traerán. Si traen algo, claro, poco servicio para un local enorme y bastante abarrotado. Pero así charlas con las camareras o juegas con ellas al Pictionnary, o al veo-veo ¡Que estoy aquí! Y todo por el mismo precio, un chollo. Pero es un chino, y es distinto, a Jaume le gusta. Merece la pena visitarlo, al menos una vez. A mi me gusta más la paella de verduras que el arroz tres delicias. Después de haber negado a Jaume 3 veces, como San Pedro a Cristo, fui a comer con él para confirmarle que, efectivamente, seríamos compañeros de trabajo nuevamente. Tengo que recuperar una crónica de La Vanguardia que hablaba de los primeros restaurantes chinos de Barcelona, y la primera familia de restauradores de esa nacionalidad que se afincaron entre nosotros. Lo leí, pero no me quedé con los nombres, creo que RosiHu, en la calle Rocafort, aunque cambiado de dueños, sería de los primeros, eso me parece recordar pero puedo estar totalmente equivocado. Out of China, rompe algunos tabúes de los restaurantes chinos y los acerca a mi pequeño occidente de normalidad, está ubicado en la calle Muntaner, 100, a la altura de Valéncia. Teléfono 934515555. Otro día hablaremos de otro curioso fenómeno de nuestro tiempo, ¿Qué es gallego por fuera y chino por dentro?

domingo, 19 de abril de 2009

El Menjador (Casa de comidas)

Pepe me cuenta que le ha pedido a su padre, casi octogenario, que no conduzca más. Y es que ya casi no le quedan reflejos. Me refiere el caso de un conductor octogenario que se desoriento en la gasolinera y se reincorporó en sentido contrario al de la marcha en una autopista. Eso me lleva a recordar cómo he obtenido mis últimos certificados médico; el primero, cuando hice el curso de submarinismo, aún el médico se tomó la molestia en preguntarme por los oídos, acto seguido sin ni mirarme el blanco de los ojos, me extendió el certificado. Cuando me saqué el título de patrón de embarcación de recreo acudí a mi mutua. El médico no sabía hablar ni castellano ni catalán, más bien un castellano muy básico con un fuerte acento magrebí. Conseguí que entendiese que quería un certificado y para que lo quería. Sacó un ficha del archivador con el texto modelo, y lo anotó de su puño en el certificado, copiando mi nombre de mi DNI en el encabezamiento. No sabía ni como me llamaba, no consultó mi ficha -la anterior vez que estuve en el centro me hicieron un electrocardiograma que salió bastante mal, porque el aparato era de la Srta. Pepis, no porque yo tuviese mal el corazón- Pero no hizo falta consultar mi expediente, ni siquiera auscultarme o preguntarme el nombre. Me extendieron el certificado previo pago de 50 euros. Me pregunto, por que lo llaman salud cuando quieren decir dinero. Con estas reflexiones y otras transcurre nuestra comida en El Menjador, casa de comidas, con un menú´básico que no me llamó la atención para nada. Pasamos al menú superior, un surtido de tapas, y un segundo a elegir, en mi caso un atún a la plancha. Las tapas, de manufactura rancia. El atún, pasable. La copa de vino incluida en el menú, muy mejorable para el precio del mismo, 20 euros. En resumen, una decepción de garito, que está bien ambientado, pero demasiadas mesas y muy juntas. Poca profesionalidad en el servicio que eso sí, siempre se mostraron muy amables... vamos, un Mc Donalds de más énfasis, pero poco más. A lo mejor el menú del día está mejor cocinado, cuesta unos 10 euros. El sitio estaba lleno de gente, así que tan mal no se debe comer, pero yo comí regular, nada más. De postre un helado de turrón con chocolate, lo mejor de la comida, eso lo dice casi todo. El menjador está en la calle Valencia, 193, cerca de Aribau. Teléfono: 934511434.

viernes, 17 de abril de 2009

Hotel H10 Catalunya

Xavier dice: "Te espero a las 14 horas". Yo contesto: "No, mejor a las 14:15, tardaré en llegar". Xavier, que me conoce, dice "Pues avísame si sales tarde". Conmigo acaba siendo lo más práctico. Hace ya días Xavier me comentó que había unas jornadas gastronómicas en el restaurante del Hotel H10 Catalunya, dedicadas a la cocina vasca. Tener un blog de restaurantes tiene sus ventajas. Gracias, Xavier. No me he retrasado en exceso, y lo primero que me ha sorprendido es la estructura del hotel, una finca de vecinos reconvertida, la sala que usan como restaurante debe mantener los frescos y artesonados originales, que si bien pueden ser de un gusto discutible, tiene el sabor de una época ya pasada que resulta agradable. El restaurante estaba casi vacío, con lo que hemos podido elegir una mesa al lado de las ventanas que daban a la Plaça Catalunya con Ronda Universitat. Eso me ha recordado cuando desde otro edificio situado en Plaça Catalunya con Portal del Ángel me dedicaba a observar a los descuideros. Son tan fáciles de identificar. Por que las personas normales no cruzamos una y otra vez la calle en ambos sentido durante una hora tropezándonos cada vez... así que basta con fijarse con el que repite cruce en el mismo semáforo, siempre hay uno o dos "pescando". Que yo bajaría y le pondría un cartel encima señalando "soy yo el que te ha quitado la cartera" pero son ganas de meterse en líos. Obliga explicarse la semana santa, Xavier, montañero de vocación, ha disfrutado de su familia a las puertas del valle del Roncal. En el pirineo navarro. Y es tal su entusiasmo cuando explica sus aventuras que siempre me quedan ganas de imitarle, si no fuera por que no tengo yo el físico para aventuras montaraces. Otra cosa interesante que he aprendido es como distinguir aves rapaces, habilidad de un montañero que sí podré poner en practica algún día, el secreto está en el tipo de cola, en triángulo, en V o en rombo, ésta última es la propia de los alimoches. La comida vasca se mezcla en la carta del menú con otras. Un menú de corte ejecutivo por 20 euros, bien presentado y servido. Original los aperitivos, servido en formato bufette, quesos, jamón, pan con tomate, anchoas, espárragos, pimientos del piquillo, tortilla, de todo. Y para beber, botellas de cava, fino, martinis... los licores del café también están en el bufette, a no ser que alguien tome cognac en el aperitivo. Que algún inglés habrá que se tomará 3 copas de magno antes de comer, y es que ser inglés está reñido con la buena mesa. Entre los postres también había postres euskaldunes, como la gosúa, pero yo sigo esperando encontrar un vasco-vasco en Barcelona, un sitio como el que comí en Hondarribia, que con lo que me sirvieron a mi, comimos 4. No, los vascos no son exagerados, son así. En los vascos de Barcelona, dedicados al mundo del pincho y la tapa, no deja de molestarme, por contrate, ese afán a contar palillos, más aún cuando hay palillos largos y cortos...Supongo que sabéis a que me refiero, si acaso ya comentaré alguno así y aprovecharé para evocar el montadito de pimiento y anchoa, bajando del Sagrado Corazón de San Sebastián, que nunca comí y que la Sra. Nata tantas veces evoca conmigo. Comer en el H10 ha sido una buena idea, pero en la zona me gusta más el Visit, es más restaurante y menos hotel. El precio del menú, correcto con un buen vino de la casa de la DO Empordà cuesta unos 20 euros. El Hotel H10 está en la Plaça Catalunya, 7, al lado de la Ronda Universitat. Teléfono: 933177171.

jueves, 16 de abril de 2009

La Puda - Can Manel

Lo que más me llamaba la atención de Can Manel era el sobrenombre de La Puda. ¿De dónde podría venir? Años más tarde me encontraba de vacaciones en Senegal, y una excursión nos llevó al delta de un río. La población nativa se dedica a la pesca con kayucos. La mayor parte del pescado se vende en Malí, a cientos de kilómetros. La técnica de conservación consiste en secar la carne del pescado tendido eviscerado sobre redes, al sol. Al llegar a la playa, un mediodía con luz del trópico, el guía ya nos advirtió que olor era nauseabundo. Una de las chicas de la expedición tuvo que dar media vuelta cuando las primeras brisas nos acercaron el aroma pesado. Las mujeres se afanaban en eviscerar miles de pescados que tendían sobre redes, dispuestas sobre palos, como hamacas. Las vísceras las tiraban debajo de las redes. Un riachuelo de sangre y líquidos de la putrefacción de los animales se arrastraba lento y pesado hacia el mar. Antes de implantarse la cadena del frío, se me antoja que un puerto pesquero europeo tampoco era un lugar con buen olor. Y mal olor en catalán es "pudor", de ahí el sobrenombre de Can Manel, este local situado en la Barceloneta y que sin duda debió ser hace muchos años lugar de conservación de pescado, o depósito de pescado. He quedado a comer con Rosa, como de costumbre en mi, llego tarde. Es una de las últimas veces que comeré en Can Manel, antes de hacerme devoto del Merendero de la Mari. Nada más entrar, un gañán con traje oscuro, camisa blanca, corbata y gafas de sol se tropieza conmigo, creo que intencionadamente, cuando voy a protestar veo que lleva timpanillo, levanto la vista y ahí está Pasqual Maragall, al poco tiempo de ser nombrado President de la Generalitat. Misterio aclarado, el muchacho es un mosso d'esquadra. Su voación de pequeñito era ser dentista, luego quiso ser auditor, pero se quedó en "mosso", francamente, dónde esté una porra, mucho mejor para hacer sufrir que un bolígrafo o un gancho de dentista que encima usa anestesia. Mejor la porra. Y así de finos son todos, que te los encuentras por una carretera, te dan el alto y lo primero que piensas es -¿Cómo han conseguido que añore a la Guadia Civil?-. Rosa ya me espera sentada en una mesa de la terraza, afortunadamente a la otra punta de tan ilustre comensal. El local está decorado con fotos de famosos comiendo en el restaurante con el dueño. Lo que denota un cierto egocentrismo. La comida, está bien, marinera. Nosotros íbamos por que la terraza es interesante, hasta que los pedigüeños, saxofonistas, acordeonistas y resto de personal la hace insoportable. Pero se puede pagar con los cheques de comida del trabajo -bonopienso- siempre es un punto a favor. Un día un compañero del trabajo fue a cenar, pidió una ración de gambas, no recuerdo cuantas le pusieron, ni el precio que le cobraron, pero más o menos llegó a la conclusión que la gamba le salia a 8 euros. Así que chupó la cabeza con esmero, y nunca más hemos vuelto, ni él ni yo. Sí, Can Manel es una opción cara, para la calidad que dan. Es uno de los restaurante con renombre de la zona, de los típicos, pero aún y con todo, Palau de Mar, y la propia Av. Joan de Borbó presenta mejores opciones. Cosas de la vida, un día me dijeron que Elisabeth salía con el hijo del dueño de Can Manel, cosas de la vida. La Puda está en el Paseo Joan de Borbó, 60. Teléfono 932215013.

martes, 7 de abril de 2009

Canela

No todos los días se puede ganar, así que el pasado jueves tocó perder a la "botifarra" y la increíble pareja de la doble "A" cedió 3 valiosos puntos. A la salida como siempre a "La Flauta" de Aribau, pero me niego, no, no y no a hacer más de media hora de cola, a las 10:30 de la noche para que te den una mesa. Oye, que "la Flauta" está bien, pero no regalan nada. Nunca me han dado un berberecho. Es más, tiene una buena relación calidad precio, y la calidad es alta, así que por regla de tres nos sale que el precio es alto. Así que a buscar más opciones. Bajamos por la calle Aribau, hasta un antro muy bonito, creo que se llama Aribau 7, al lado del cine Aribau de siempre. Impresionante, a las 22:30 de la noche ya no tienen cocina. Por supuesto, tampoco preparan bocadillos, pero nos invitan a pasar a cenar gentilmente, unos boquerones acartonados, y unas tortillas "a le moment", vamos, calentadas al momento en el microondas. El dueño de este negocio es tonto, no sabe gestionar o solo quiere la pasta del traspaso, mira que sería fácil copiar la idea de "la Flauta" en un local con esas posibilidades, y estaría atestado. Cabizbajos regresamos a la flauta, cuando a la altura de Diputació recuerdo un garito que me enseño Javier, hace algunos años. Canela. Menú de cena, 13 euros, y tiene un interesante pica-pica, unas 8 tapas. Vamos a probar. Yo recordaba un restaurante con un menú digno, a un precio moderado. Me decepcionó esta vez un poco, un poco... las propuestas son interesantes, pero la materia prima y la elaboración... Se nota que no rotan, que no mueven, y que trabajan sin la ilusión necesaria. Un ejemplo, con el local casi vacío, no era necesario que nos acomodasen al lado de la puerta del lavabo y de la cocina. Pero cenamos a gusto. La Sra. Nata y el Sr. Café comentaron a propósito de su teoría (copyright) sobre el diseño de sistemas perversos. Ellos lo comentan en tono de nueva profesión vinculada a los procesos de las compañías. Algo así como si en La Vanguardia del domingo, sección de clasificados de empleo, leyeramos un anuncio que dijese: "Importante compañía del sector servicios precisa para su departamento de Verificación de la Calidad un DISEÑADOR de SISTEMAS intrísecamente PERVERSOS, remuneración acorde con la experiencia aportada". Según estos diseños, las grandes empresas y las administraciones públicas tienen procedimientos según los cuales ellos se equivocan, te cobran más de lo que toca y no pasa nada (1 euro de más en el recibo del agua con 3 millones de contratos de agua que habrá en Barcelona) pues son 18 millones de euros a la saca de Aigues, una planta más para la torre de Jean Nouvel. Ahora bien, intenta tú hacer algún trámite para que prevalezcan las condiciones contractuales, el sistema está diseñado para que mueras en el intento. No entraré a ilustrar ejemplos concretos, pero cúantos recibos pagamos a las compañías, bancos, y Administraciones, solo que por no repasar las cuentas, millones de euros al año. El día que todos digamos basta, ese día, se acabarán todas las crisis, todos los pufos, y todos los abusos. Canela es una propuesta sencilla, correcta, de ambiente agradable, pero a la vista de este último menú nocturno, para paladares poco exigentes. Al mediodía hace un año comí la mar de bien, pero los sitios cambian. Canela está en la calle Aribau, 16. Teléfono: 933177947.

lunes, 6 de abril de 2009

L'Auca

Una de las ventajas de tener un blog de restaurantes consiste en que los amigos te escriben correos como, Susanna dice "Has anat a l'Auca? http://www.laucabcn.com" Y claro, contestas que cuando vamos... Hemos ido hoy. Maikel, Susanna y JJ. Cada uno con una historia, Susanna impresionante de guapa, no recuerdo la edad que tiene, pero vendrá a ser el doble de la que aparenta... si sigue así le va a salir acné juvenil, además de feliz, la prorrogan el contrato en una nueva aventura de la que saldrá algo más que airosa. Lástima que no me la pueda traer a trabajar conmigo como en los viejos tiempos, eso si sería un refuerzo. JJ nos ha enseñado las fotos de su novia, supongo que básicamente para dar envidia. Le iba a sugerir una foto de ella para ilustrar el post a ver si aumentamos el ratio de visitas... Y es que JJ tiene buen gusto, su novia es Miss XXXX Miss YYYY de aquí y de allí y finalista en tal y cual programa de televisión. Total, que la boda saldrá en el HOLA. Y hablando de bodas en el HOLA estaba Maikel, contento como un niño con zapatos nuevos, o como un ejecutivo con empresa nueva, que viene a ser un igual. He recordado la anécdota de cuando pasando por Calafell, Deivid señaló una calle y comentó´-ahí tengo mi casa- a lo que Maikel replicó -¿Ahí? Esa calle tiene el nombre de mi abuela- Es otro nivel. L'Auca es un restaurante agradable, el camarero que nos ha tocado en suerte, un tipo simpático, sin duda, pero si trae cuchara con los platos de caldo, mucho mejor. Ahora, nosotros le hemos roto el ticket de la VISA, no ha sido venganza, simplemente que un error lo cometemos todos. El vino de la casa un suave de Ferré, me pregunto si tiene que ver con Grup Ferré, el propietario de "Els quatre gats". Un vino sin pretensiones pero agradable para acompañar una comida. La comida, bien, hemos pedido un menú de 10€ con ensalada y "suquet de peix" en mi caso, a ver, a mi me sale más rico más "suquet", lo hago con rape, que con pescadilla es un suplicio. Pero muy bien. de postre una trufas, muy ricas. Los sábados el menú sale 18,50€. La decoración, me ha gustado, quizá por que los botijos de la entrada evocan mi pasado familiar en los alfares de Talavera. Quizá por las tejas de pizarra dedicadas, como los platos en "I buoni amici", por los clientes a mayor honra de la cocina. En suma, Susanna, ¿Cuando volvemos a quedar? L'Auca, Aribau, 39. Teléfono: 934512031.

domingo, 5 de abril de 2009

Restaurante "El Corte Inglés" María Cristina

Me doy cuenta que ya tengo una edad cuando buscando otras críticas por internet a este restaurante solo he sido capaz de encontrar un testimonio de mi memoria, de cuando se llamaba "Las Trébedes" y tenía como especialidad la cocina castellana. Ya en aquella época me gustaba frecuentarlo, y el mundo era testigo de algunos snobismos, por ejemplo, cuando se comenzó a renombrar la DO. Toro gracias al buen trabajo de las bodegas Fariñas, pedí un "Gran Colegiata" para acompañar la comida, a lo que el maitre me comentó que no estaba en la carta. Pero qué me está contando, si ayer mismo lo compré en el "club del gourmet". Ante la más que evidente posibilidad que me fuese yo mismo a comprar el vino y le pidiese un sacacorchos; el maitre optó por enviar un mozo al supermercado y servirme el caldo demandado. Yo no me dí cuenta de lo excepcional del asunto, pero mis comensales pasaron a recordarme la jugada cada vez que nos veíamos, así que debió ser sonado. El maitre tomó la costumbre de regalarme robustos a la salida... Tiempos aquellos. Ahora acudo con gente nueva a un restaurante renovado. El corte inglés no defrauda, un jamón exquisito (Micsa Summum, que ya me fui a informar a la sección de jamones del supermercado) los demás productos están elaborados con sobriedad. El jueves estuve comiendo tras un tensa reunión en la que se cargaron tintas sobre un compañero, yo que tengo vocación de casco azul, actué de fuerza de interposición, recibiendo mi ración de palos. Con lo guapo que estoy callado. A la salida nos invitaron a comer, con presencia de una persona de la dirección, con lo que el ambiente se relajó. Almejas planchas, foie, jamón, anchoas con tomate, y de segundo me pedí un rape plancha que iba acompañado de una gran alcachofa al vapor. Todo delicioso. Las salas de este restaurante no tienen vistas, la iluminación es ambiente, el servicio atento, habitualmente. En resumen, aunque nunca se os pasara por la cabeza ir a un Corte Inglés a comer, yo lo hago y está bien. El precio, sale más caro que otras opciones de calidad similar. Simplemente tiene la ventaja de ser una opción segura de comer a gusto, con una carta de temporada, con sugerencias de cuchara y un pescado fresquísimo y una carne estupenda. La relación precio calidad está un poco desequilibrada hacia precio, si lo pones todo en contexto, pero conste en acta que merece ser visitado y degustado. Supongo que toda Barcelona sabe dónde está El Corte Inglés de María Cristina; hubo un tiempo en que los barceloneses lo llamábamos de Diagonal, pues era el único centro de la marca en la avenida. Un día Kuss quedó con una amiga en la planta de mujeres. A la hora en punto al no ver a su amiga, la llamó al móvil (ya habían móviles, se acababa de inaugurar como Corte Inglés el antiguo Sears de Francesc Macià) ¿Dónde estás? No te muevas, ya me acerco yo. ¿Dónde estás? Pues yo también, Pues no te veo. Si al lado del extintor y frente a la escalera mecánica... Pues no te veo, a ver si es en la otra. No te muevas, voy. ¿Dónde estás? Yo también, si, lencería, pues no te veo. ¿Tú me ves? Estoy saltando y agitando el foulard. Salta tu también y agita las manos. No te veo, chica, pero que cosa más rara. En algún momento de la conversación una de las dos cayó en que la una estaba en María Cristina, la otra en Francesc Macià. No volvieron a quedar en el Corte Inglés de Diagonal, ya quedaban en concreto en tal o cual. Creo que lo de saltar agitando el foulard fue determinante. Por si acaso, Av. Diagonal, 617 Restaurante: 933667100.

miércoles, 1 de abril de 2009

Can Buj

Deben existir teorías cósmicas que expliquen como se trazan caminos paralelos, que de forma estudiadadamente aleatoria se van cruzando. Uno de mis caminos paralelos es Pedro, tanto él como yo hemos cambiado de proyecto laboral varias veces, pero hemos coincidido y nos hemos buscado en cada fase ¿Por qué? No puedo hablar por él, pero si por mi, y es que tengo un grato recuerdo y considero que siempre ha sido y es un gran profesional. Siempre que he invertido confianza, me la devolvió con intereses desde aquella lejana reunión en un fabricante de caramelos, de Barcelona, en el año 1.998. Se comenzaban a publicar páginas en internet en España, pleno furor local de las .com (si no me falla la cabeza, año más o menos) la empresa contratada para escribir el código html eran dos jovencísimos programadores, con su acné y su palm pilot, trasto sofisticadísimo y escaso en aquella época. Nosotros éramos un poco más veteranos, pero poco más. Lo nuestro era más sencillo, la parte hardware de la solución. Por parte del cliente lideraba el proyecto márketing, que en aquella época era como poner a un fontanero a operar a corazón abierto. Así que los pobres muchachos estaban muy tensos, y en la reunión les estaban dando razones para dedicarse a la especulación inmobiliaria y renunciar al mundo de internet. Tanto fue, que a uno de ellos se le reventó la nariz y se puso a sangrar de forma espontánea. La camisa blanca inmaculada quedó teñida de rojo carmesí. El pobre chico, entre asustado y horrorizado, hubiese querido desaparecer detrás de un ficus benjamina. Pero Pedro, Mariona o el cliente, no recuerdo quién le dió pañuelos de papel, y Pedro, de eso estoy seguro, le comentó "tranquilo, es normal, a partir de los 18 ya vamos perdiendo". Risa espontánea generalizada, fin de la tensión. Habrían de pasar muchos años para que Pedro y yo estuviésemos comiendo juntos en La Ternerita, una cadena de asadores uruguayos con varios restaurantes en Barcelona. Nos habíamos encontrado por casualidad en la guarida de la bestia, en Imagina. Yo ya estaba en negociación secreta para evaluar mi cambio de empresa, de puesto de trabajo y llevando el tema con la discreción que tenemos los paranoicos, cuando durante la comida y a bocajarro me dice, - ¿En qué proyecto estás? Todo el mundo dice que... y menos el vertical, oye, lo acertó todo. Blanco como el papel blanco. Así me quedé. Dado el salto, tengo la enorme suerte de poder seguir colaborando con él en algunos proyectos, y espero que maduren al sol. Así que hoy, para hablar de como va lo nuestro hemos estado comiendo en Can Buj, un restaurante de corte tradicional, sí, cocinan bien, pero no le veo la gracia. Me explico mejor. Un dia "Aprenent de bruixot" me comentaba que a su jefe le gustaba mucho comer en Can Buj, que la comida estaba bien elaborada, la calidad era correcta, pero no tiene encanto. Ni el local, con una decoración sobria, clásica, tipo años 80, ni la carta tienen tirón. No puedo estar más de acuerdo. El sitio está bien, pero ni Aprenent ni yo sabíamos dónde radica el secreto del éxito para que los ejecutivos de la zona lo prefieran a otras opciones más asequibles, y de calidad equivalente. Las mesas están correctamente espaciadas, un cesto de pan bien dispuesto y surtido -bastones, chuscos y panecillos integrales- y unas olivas gazpachas te dan la bienvenida. El servicio es diligente, si acaso algún camarero un poco inexperto, le ha replicado a Pedro, que toma el café de forma poco común. Ha estado a punto de preguntarle si realmente quería tomar el café de esa forma, con hielo y limón. Pues mira, sí. Pero no sé dónde está la clave del éxito, supongo que son años de oficio, de discreción, y de acertar en el gusto al cliente. de precio, pues tarifa habitual, los primeros por unos 10 euros, los segundos por 20, los postres por 5. Con el vino y los cafés de 45 por cubierto no debe bajar, y de ahí al cielo, claro. Can Buj está en Provença, 73. Teléfono 934101314. No es imprescindible, pero sin duda merece una visita si estás en la zona.