jueves, 16 de abril de 2009

La Puda - Can Manel

Lo que más me llamaba la atención de Can Manel era el sobrenombre de La Puda. ¿De dónde podría venir? Años más tarde me encontraba de vacaciones en Senegal, y una excursión nos llevó al delta de un río. La población nativa se dedica a la pesca con kayucos. La mayor parte del pescado se vende en Malí, a cientos de kilómetros. La técnica de conservación consiste en secar la carne del pescado tendido eviscerado sobre redes, al sol. Al llegar a la playa, un mediodía con luz del trópico, el guía ya nos advirtió que olor era nauseabundo. Una de las chicas de la expedición tuvo que dar media vuelta cuando las primeras brisas nos acercaron el aroma pesado. Las mujeres se afanaban en eviscerar miles de pescados que tendían sobre redes, dispuestas sobre palos, como hamacas. Las vísceras las tiraban debajo de las redes. Un riachuelo de sangre y líquidos de la putrefacción de los animales se arrastraba lento y pesado hacia el mar. Antes de implantarse la cadena del frío, se me antoja que un puerto pesquero europeo tampoco era un lugar con buen olor. Y mal olor en catalán es "pudor", de ahí el sobrenombre de Can Manel, este local situado en la Barceloneta y que sin duda debió ser hace muchos años lugar de conservación de pescado, o depósito de pescado. He quedado a comer con Rosa, como de costumbre en mi, llego tarde. Es una de las últimas veces que comeré en Can Manel, antes de hacerme devoto del Merendero de la Mari. Nada más entrar, un gañán con traje oscuro, camisa blanca, corbata y gafas de sol se tropieza conmigo, creo que intencionadamente, cuando voy a protestar veo que lleva timpanillo, levanto la vista y ahí está Pasqual Maragall, al poco tiempo de ser nombrado President de la Generalitat. Misterio aclarado, el muchacho es un mosso d'esquadra. Su voación de pequeñito era ser dentista, luego quiso ser auditor, pero se quedó en "mosso", francamente, dónde esté una porra, mucho mejor para hacer sufrir que un bolígrafo o un gancho de dentista que encima usa anestesia. Mejor la porra. Y así de finos son todos, que te los encuentras por una carretera, te dan el alto y lo primero que piensas es -¿Cómo han conseguido que añore a la Guadia Civil?-. Rosa ya me espera sentada en una mesa de la terraza, afortunadamente a la otra punta de tan ilustre comensal. El local está decorado con fotos de famosos comiendo en el restaurante con el dueño. Lo que denota un cierto egocentrismo. La comida, está bien, marinera. Nosotros íbamos por que la terraza es interesante, hasta que los pedigüeños, saxofonistas, acordeonistas y resto de personal la hace insoportable. Pero se puede pagar con los cheques de comida del trabajo -bonopienso- siempre es un punto a favor. Un día un compañero del trabajo fue a cenar, pidió una ración de gambas, no recuerdo cuantas le pusieron, ni el precio que le cobraron, pero más o menos llegó a la conclusión que la gamba le salia a 8 euros. Así que chupó la cabeza con esmero, y nunca más hemos vuelto, ni él ni yo. Sí, Can Manel es una opción cara, para la calidad que dan. Es uno de los restaurante con renombre de la zona, de los típicos, pero aún y con todo, Palau de Mar, y la propia Av. Joan de Borbó presenta mejores opciones. Cosas de la vida, un día me dijeron que Elisabeth salía con el hijo del dueño de Can Manel, cosas de la vida. La Puda está en el Paseo Joan de Borbó, 60. Teléfono 932215013.

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