
Conocí el Casanovas en la época que varios compañeros de trabajo acudían al mediodía al gimnasio Esportiu Rocafort, y solía quedar con ellos a comer en el Casanovas. Una especie de charcutería-"rotisserie" con una barra en la que degustar los platos elaborados, pensados más para llevar a casa ya cocinados.
Una buena bodega, productos más o menos selectos como los chocolates Haizel, los crostinis, y alguna conserva. El género de la charcutería, sin embargo, no se puede comparar con la calidad del Jabalí.
De esa forma comencé a identificar su logotipo en los caterings que a veces me servían en inauguraciones, o fiestas privadas. Supe pues, que se dedicaban al mundo del catering, y para que los comensales, presumiblemente novios pudiesen degustar el menú, y comprobar las vajillas habían habilitado un pequeño espacio en la trastienda. Cualquiera podía pasar, pero era más caro que la zona de la charcutería dónde en aquel entonces, se comía de fábula por 850 pesetas o menos.
Merecía la pena, una comida de primera, un camarero para ti solo, únicamente tres mesas, asientos tipo butaca de madera de teca, una decoración con paredes de pizarra, y una salida a la calle Diputació desde la que se podía vislumbrar la sala de una pequeña bodega con capacidad para un grupo de unas 12 personas.
Me hice habitual, buen trato, buena comida, "barato" y muy íntimo. Poco a poco el Casanova fue perdiendo sus principales cualidades.
Un par de veces intenté quedar a hacer la cena de Navidad con amigos en el Casanovas. Era complicado casar la fecha, por que en vísperas de Navidad el entonces pequeño restaurante, ahora parque temático, se volcaba en los encargos de la charcutería y se convertía en almacén.
Al poco el local creció y pusieron 2 salas más, enormes. Fue ese año la última vez que cenamos por Navidad en el Casanovas. En la sala pequeña, el comedor original, que hoy es el comedor de menú, estábamos nosotros. En la sala de al lado, cosas de la vida, el señor Artur Mas, con mi cuñada, celebrando su "victoria" pírrica en las elecciones que auparon al Sr. Maragall al Govern. Mi cuñada, por cierto, preocupadísima, se enteró por mi hermano que ambos coincidiríamos en sitio y fecha y no hacía más que preguntarme con quién estaría yo. Pues no creo que hubiese muchos votantes de CiU en mi mesa.
En Casanovas también se encuentra la utillería necesaria para presentar una mesa, servir un catering, y algún producto excepcional, como por ejemplo la colección de sales de su marca, unas 15 sales distintas. Desde la flor de sal del delta, a flor de sal con jabugo, tomate, boletus, cítricos, o trufa, o gelée de sal con trufa, cítricos, hierbas del mediterráneo, o la sal líquida para ensaladas o barbacoas. También chocolates, y bombones como los de Oriol Balaguer, ya sabéis, de kikos, de peta zeta, de aceite de oliva, de azafrán... con lo que a mi me gustan las guindas al marrasquino forradas de chocolate. A Charito, que le gustaban los anillos de fantasía con piedras grandes, le compre un anillo en el Casanovas, que en vez de piedra tenía un gran caramelo.
En Casanovas tienes unos tres menús para comer, si no recuerdo mal. Uno, en mesas y sillas de plástico, con platos de la "rotisserie": pollo asado, sanjacobos, guisantes con jamón y macarrones a la boloñesa. Dos menús en la zona de mayor diseño, que ya no volverá a ser lo que fue, supuestamente ejecutivos, pero con muy pocas opciones, al menos el más económico de los dos, podemos comer desde pocos euros en la primera zona, unos 10 o 12 y de 20 a 50 en la zona "bien".
Por referir otra anécdota, aquí Alfonso, en la sala original, la pequeña, empezó a hablar muy triste. En la mesa estábamos los de siempre y Txema. Decía Alfonso, mi hijo, con novia de toda la vida. Mi hijo de 21 años. Mi hijo que se fue a Italia a estudiar, y mira como ha vuelto. Miedo daba preguntar más detalles, la cosa estaba en si su hijo se iba a morir, si había colgado los estudios, si le había dicho que era gay o si había dejado embarazada a otra chica... que suspense. Entre sollozos y a voz en gritos, Alfonso nos dio la noticia que apesadumbraba su corazón. Su hijo se había metido en un seminario. Mira, original sí fue. Tras el numerito tardé en volver a comer en Casanovas. Luego "despidieron/se fue" el maître que me conocía y me trataba como cliente antiguo, de más de 12 años comiendo y comprando.
Casanovas, quien te ha visto y quien te ve.
Podemos acceder por la calle Calàbria, para comprar vinos, productos de charcutería o carnicería, conservas, chocolates, pan, y alguna degustación por la calle Calàbria, 113. Si vamos al restaurante o queremos adquirir artilugios para servir o cocinar, bombones y otras cosas, mejor entramos por Diputació, 78. Teléfono en cualquier caso, 934236508. El local está completamente comunicado por adentro, así pues lo de entrar por aquí o allí es más una sugerencia, salvo a horas que está cerrado el restaurante y abierta la tienda.
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