martes, 24 de febrero de 2009

Bonastre

Bonastre es el apellido de una ilustre familia de pasteleros de Barcelona. Ya el padre de Montse, que trabajó por la zona en los años 50, conocía las delicias del turrón de chocolate y avellanas. A mi de siempre me tentó desde el escaparate, de paso hacía aquí o hacia allí. Siguiendo el curso de ese calendario mágico que empieza el año con roscones, lo sigue con borregos de San Antonio, buñuelos de cuaresma, monas de pascua, y lo acaba con panellets y turrones. Por en medio, el gremio ha inventado sus pasteles especiales, que si corazones de Sant Valentí, que si pasteles de Sant Jordi... No sé que pensar, para mi nada como la respostería tradicional, y es que en Bonastre un massini, un pastel de nata con turrón, o el pastel de yema y trufa que tantas velas le han soplado, son simplemente deliciosos. El año pasado, a finales, tuve que intensificar mis visitas... varios amigos tuvieron descendencia, y como manda mi tradición, visité las clínicas (hasta 2 en un mismo día) portando bombones a las madres. Pero es en el dulce sencillo, en el financier, el croissant, la palmera, donde se nota que la grandeza de esta pastelería. Cristina siempre regala sonrisa y profesionalidad y el equipo responde. Los dulces mayores, son de libro y mención a parte merecen los turrones de yema quemada y los panellets. Este año, sin embargo, no ha sido feliz en la casa Bonastre; el año 2008 se inauguraba con el triste fallecimiento en accidente doméstico de un operario y terminó con la grave enfermedad y muerte de su dueño, EPD. Sirvan estas palabras de modesto homenaje a quien pusieron tanto oficio y profesionalidad en su negocio. Bonastre dispone de otro despacho en la misma Avenida Mistral, dónde estaba la antigua pastelería Rosa, al lado del horno de la avenida; y de una horchatería justo en frente del obrador. Bonastre, una de las mejores pastelerías de Barcelona en lo tradicional, está en calle Tamarit, 134, teléfono 934235188. Es aquí dónde compro los dulces que probó por Navidad mi sobrina Pilar, de aquí y unas pastas de unas monjas clarisas.

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