lunes, 16 de febrero de 2009

El xalet de Montjuic

Hay restaurantes para cada ocasión. El xalet es de los útiles para ir a echar la tarde, o tener una velada increible. Ir a celebrar algo muy especial... no sé. A despilfarrar. Pero lo que se dice a comer, a comer... se me ocurren muchos otros sitios.
Lo más simpático que me ha pasado en El xalet fue el día que el encargado me saludó como si fueramos amigos de toda la vida, pero al pronto ya se dió cuenta que no, que no nos conocíamos de nada.
Fue la primera vez que subía a comer, hará unos 3 años. Mi hermana ya me había hablado, pues ella trabaja muy cerquita, en l'Escola del Bosc, dónde yo fuí a clase.
Habían echado del trabajo a mi jefe, el peor jefe de los que puedo recordar, y todos sus pupilos fuímos juntos a comer. Los compañeros de Madrid pensaron que fuímos a emborracharnos, pero es un sitio demasiado caro para cometer excesos, los excesos se pagan, mejor cometerlos en un sitio con mejor relación calidad/precio.
Es de esos sitios de carta más grande que la mesa, platos enormes, pero tienes que hacer zoom para encontrar la comida.
Las vistas son formidables, lo mejor, no en vano está justo al lado de la piscina de saltos olímpicos, los que recuerden la imagen de los saltadores en los juegos del 92 saben cual es la vista. Se trata de comer con Poble Sec de mantel. Las migas que se te caen de la mesa bajan por Font Rodona hasta los pies de la estatua de Raquel Meller.
Esa cualidad hace que uno repita. La última vez que subí a comer fue este verano. Ian había venido a pasar unos días a Barcelona, desde Irlanda y fue mi forma de enseñarle la ciudad en un corto espacio de tiempo. Fuímos en funicular hasta El xalet, después de comer en el teleférico hasta el castillo.
Mr. X trabajó de pinche en la cocina, y me explicaba como era el ambiente de trabajo. Supongo que no es mejor que en otros restaurantes. Delicatessen de cara al cliente, contratos basura para los empleados.
La última vez que comí pedí unos entrantes típicos, jamón, pan con tomate, anchoas... y de segundo un pescadito, creo que una enorme dorada supuestamente de ración. A Ian le encantó, a saber lo que comen en su pueblo, aunque yo recuerdo comer bien en Irlanda.
No hubo lugar para los postres, pero si un café con Barcelona a los pies, sintiéndote rey del mundo. Allí la torre Agbar, allí la Sagrada familia y aquello es la Mercé.
El recuerdo que prevalece es el de caro... pero bonito.
Casi se me olvida comentar que en el piso de abajo hay un restaurante giratorio (se supone que alguna vez girará), y unas terrazas que en las noches de verano funcionan de "chill out" para poder tomar la copa ahí mismo. Se cuenta, se dice, se rumorea, que el restaurante es de los mismo dueños que Gestmusic, por eso era fácil coincidir con personajes del famoseo, como Boris Yzaguirre. Yo coincidí con unos señores de Autostrade, en plena fusión con Abertis, que me hicieron prometerme no tratar asuntos privados en la mesa de un restaurante nunca más.
El xalet está en la Avenida Miramar, 31, que es como decir "por ahí", si en Barcelona no siempre encuentras el nombre de la calle en la pared, ponte a buscar el rótulo de Av. Miramar en un pino, y luego el cartel del número 31. Llévate un bocadillo por si no llegas. Una pista: comparte entrada con la piscina de salto. Teléfono 933249270.

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